Charlène de Mónaco, de 44 años, pasó más de un año retirada de sus compromisos reales debido a una infección llamada ORL (inflamación del oído medio producida por una infección bacteriana o vírica). Ahora, la princesa consorte ha roto el silencio y cuenta su experiencia y la forma en que el príncipe Alberto II, de 64, así como sus dos hijos, Jacques y Gabriella, la apoyaron para poder dejar atrás este episodio trágico de su vida.
En marzo de 2021, Charlène viajó a su natal África (nació en la actual Zimbabue), más concretamente a Sudáfrica, para asistir a un acto de conservación de animales. Tras este evento y sentirse indispuesta, acudió al hospital donde recibió un diagnóstico desalentador: padecía de ORL, lo que le impedía subir a un avión para volver a casa.
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La princesa de Mónaco tuvo que pasar en Sudáfrica casi 10 meses. Ahí, se sometió a tres intervenciones quirúrgicas, lo que provocó una ola de especulaciones sobre su posible separación del príncipe soberano, Alberto II.
Cuando por fin logró regresar al principado, Charlène arrastraba problemas médicos, por lo que tuvo que internarse en una clínica suiza. Ahí comenzó otra tanda de rumores sobre las razones médicas que la llevaron a estar tan mal de salud. “Esto no es COVID-19, no tiene relación con el cáncer ni con cirugías estéticas”, declaró a la revista People, consternado y molesto, el príncipe Alberto.
El regreso de Charlène de Mónaco a la vida pública
A inicios de este año, Charlène retomó sus compromisos oficiales y ha hecho diversas apariciones públicas desde entonces, incluso más que lo que acostumbraba antes de su enfermedad, no por nada ha sido conocida como “la princesa triste”.
Ahora luce radiante y se dice feliz de poder estar al lado de sus mellizos de siete años, los príncipes Jacques –sucesor del príncipe Alberto II– y Gabriella de Mónaco.


“Pasé por un momento difícil, pero tuve la suerte de ser apoyada y querida por mi esposo, mis hijos y mi familia, de quienes saco todas mis fuerzas”, fueron las primeras declaraciones de Charlène tras su recuperación.
“Mi vida diaria gira en torno a mis hijos. Este verano han estado muy ocupados con sus actividades, como la vela, sus cursos sobre el medio marino, así como su primera toma de contacto con el buceo y el salvamento marítimo”, contó la princesa, quien, como exnadadora olímpica, siente una pasión por todo lo relacionado con el mar.
Después de haber pasado por momentos muy críticos debido a su enfermedad, Charlène tiene muchas esperanzas sobre el futuro. “Estoy totalmente entregada a mis proyectos personales, presentes y futuros, pero también a las necesidades de mis hijos”.


Charlène habló de su reciente visita al papa Francisco en el Vaticano
“Soy profundamente cristiana y fue un honor y un privilegio encontrarnos con su santidad. Mi esposo y yo compartimos un momento solemne y emotivo. La fe me ha guiado en momentos difíciles de mi vida”, dijo quien en Mónaco recibe el tratamiento de su alteza serenísima.
Durante su reunión con el sumo pontífice, Charlène no hizo uso del privilége du blanc o “privilegio de blanco”, el cual es concedido a ciertas reinas católicas y consortes de monarcas católicos para vestir de blanco en una audiencia con el Papa, pues para las demás mujeres es obligatorio ir de negro.
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