Hace unos días tomé la decisión de compartir mi momento de cambio con un grupo de hermagas maravillosas, y me sentí sumamente acogida y reconocida.
Les conté que debo mudar mi tienda hermosa, mi Kaypacha, a un lugar nuevo, y he de confesar que me dolía un poco el corazón. Después de leer todo lo que me dijeron en público y en privado me di cuenta que este cambio es un paso adelante en muchos aspectos. Es una evolución de vida y de proyecto.
Llevo cuatro añitos en una metamorfosis bárbara, y en estos últimos 120 días se han exacerbado los cambios, las velocidades y la evidente presencia o ausencia de muchas personas en mi vida.
Cada día me resulta más claro, aunque no necesariamente cómodo, quién desea estar en mi camino y a quién le da igual. Siempre he sido una cursi a la que le gusta pensar en que todos nos amamos, pero ahora veo con mayor soltura otras
realidades. Nada que juzgar, solo ser observadora de lo que es, lo que no es, o está dejando de ser.
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Esta epidemia del 2020 ha sido un parteaguas en la vida de todos y siento que si logramos entender y soltar, puede ser el comienzo de una era de mayor libertad y felicidad. Ser como somos, necesitar menos cosas para ser felices. Cuidar nuestro cuerpo que es nuestro templo. Abrazar a nuestros hijos, pareja y amigos. Cosas que a veces parecen tan insulsas u obvias, pero que son la felicidad real.
La vida nos mueve de lugar para que revaloremos, no para hacernos sufrir.
La vida también puede ser deliciosa en momentos de cambio.
#ReginaTeLoCuentaMejor