Familias reales de todo el mundo acompañaron a la reina Isabel II para rendir un sentido homenaje al príncipe Felipe de Edimburgo. La vida del eterno compañero de la monarca británica debía celebrarse a lo grande y por lo mismo, todos acudieron a su llamado.
Aunque la presencia de su majestad era incierta, la reina Isabel estuvo presente para honrar a su difunto marido entre lágrimas. La Abadía de Westminster dio cabida a más de 30 invitados entre los que estuvieron: Máxima y Guillermo de los Países Bajos, el rey Felipe y la reina Letizia de España y el rey Felipe y la reina Matilde de Bélgica.
Tampoco faltó la presencia de la reina Margarita de Dinamarca, la reina Silvia y el rey Carlos XVI Gustaf de Suecia; así como el príncipe Alberto de Mónaco, el príncipe Alejandro de Serbia, el príncipe Kyril de Preslav y la exreina Ana María de Grecia.
La familia real británica fue cobijada por reyes y príncipes de Jordania, Rumania, Grecia e incluso, representantes de monarquías ya desaparecidas. Todos estaban visiblemente emocionados y atentos a la ceremonia en donde se rindió tributo a la gran vida del príncipe Felipe de Edimburgo a casi un año de su muerte.
La familia británica: el gran tesoro del príncipe Felipe de Edimburgo
Por supuesto que los miembros de la familia real británica no podían faltar en un evento tan importante. Este servicio de acción de gracias fue planeado con mucho tiempo de antelación para rendir tributo a un hombre que dejó un gran legado. Además, esta ceremonia fue organizada para un grupo mayor de personas, es decir, para todas aquellas personas que no pudieron asistir al funeral tomando en cuenta los protocolos de COVID-19 el año pasado.
Pero hoy, quienes robaron la atención de los presentes fueron el príncipe George y la princesa Charlotte. Ambos acudieron en compañía de sus padres, el príncipe William y Kate Middleton, vestidos de la manera más formal para recordar a su bisabuelo. Se trata del primer evento oficial de gran alcance para el pequeño de ocho años y su hermana de seis. Los dos niños entraron de la mano de sus padres a la Abadía de Westminster.
Quien también llamó la atención fue el príncipe Andrés, el elegido por la reina Isabel II para acompañarla a lo largo del pasillo de la iglesia hasta su lugar. Recordemos que el duque de York fue despojado de sus patrocinios reales, títulos militares y además, fue removido de sus deberes reales. Todo esto por el escándalo que ocasionó la denuncia en su contra por abuso sexual.
En la iglesia también estuvieron sus hijas, las princesas Beatriz y Eugenia; así como el príncipe Carlos y Camilla, duquesa de Cornualles, la princesa Ana y su marido, Timothy Laurence, ocuparon un lugar en primera fila junto a la reina.
Sin duda fue una mañana muy especial para la Casa Real Británica y, sobre todo, para la reina Isabel II. Ella no quería que sus problemas de salud se interpusieran en su camino y consiguió estar presente para recordar a su querido príncipe Felipe de Edimburgo. Qué alegría verla ahí, aunque nostálgica, por recordarlo a un año de su muerte.