Por: Claudia Flores Alcántara
El tema del Angel de la independencia del pasado Viernes, es parte de una historia que se sigue escribiendo y no un acto aislado. Todo comienza con miles de hombres y mujeres con un profundo descontento social, hemos venido normalizando actos y circunstancias que mas y más terminan en crímenes en contra las mujeres.
Hoy nueve mujeres son asesinadas diariamente en México, según el artículo publicado por la revista digital ZETA.
Esta situación ha desencadenado en protestas por parte de colectivos feministas y mujeres solidarias que, sin pertenecer a un grupo abiertamente feminista, se solidarizan con sus hermanas y compañeras de lucha. A esta actitud se le conoce como sororidad, término que alude a “la hermandad entre mujeres con respecto a las cuestiones sociales de género. Sororidad es un término derivado del latín soror que significa hermana”.
El viernes 17 de agosto de 2019 se llevó a cabo una protesta a partir de las 6:00 p.m. en la Glorieta de Insurgentes, en la Ciudad de México, para denunciar la inacción de la policía capitalina, la complicidad de las autoridades en el caso de violación de una menor de edad por parte de cuatro agentes. Mismo caso que se ha empantanado de una forma terrible, pues las versiones de la fiscalía y la denunciante no coinciden. A pesar de esto la protesta tuvo como objeto denunciar la violencia generalizada contra las mujeres, la cual se resume en tres palabras: violación, desaparición y feminicidio.
Los resultados de la protesta en términos de visibilización del problema son indiscutibles. La gente comenzó a hablar de la atrocidad de graffitear el icono de la Ciudad de Mexico, otros de la violencia contra la mujer y las justificaciones de una u otra postura.
Como mujer comprendo la angustia, la rabia, la furia de gritar al vacío, de ver que sigan los actos impunes y cada dia mas y mas abusos. Así mismo comprendo, que ningún hombre que comete un feminicidio abra tenido un espacio sano y sustentable para crecer, ni mental, ni emocional, ni fisicamente.
Los actos de desesperación y violencia son la punta del iceberg y en ello quisiera concentrar este texto, lo que pretendo aquí mas allá de tomar una postura, mas allá de los juicios de lo que esta bien y mal y de quien esta mas mal y por que, creo que es importante generar un ambiente de introspección y de búsqueda de vías efectivas de comunicación, basada en la voluntad de querer ver y oír a otros, por mas incomodo que esto sea. Buscar espacios de dialogo que nos lleven a la aceptación de lo que es, fomentando entendimiento mutuo, mucho más allá de grupos afines, concentrarnos en el trabajo colectivo en beneficio de todos. Individualmente y también como sociedad el separarnos, mas bien polarizarnos, nos duele y nos rompe. Me parece dañino y contraproducente, tomar posturas sin tener el pulso de cada una de las partes, ni de la linea de origen que gesta la problemática que forma parte de los hechos del pasado Viernes 17 de Agosto en la Ciudad de Mexico. Este tipo de actos agitan la opinión pública y no necesariamente motivan un cambio y transformación real y sustentable para la sociedad. Debemos asumir como colectivo, desde la individualidad, la responsabilidad de transformar realmente a México, desde la integridad de uno mismo y de las decisiones que de un modo u otro impactan al colectivo en el que participamos.
Una parte del trabajo de reconstrucción de ese tejido ha iniciado por parte del gobierno y los grupos feministas que participaron en la protesta. La cual, desde el viernes, llegó a sintetizarse en un pliego petitorio que, entre otras cosas, exige la declaratoria de alerta de género en la capital del país, sanciones por la filtración de información durante las investigaciones, destitución de su cargo a los oficiales que resulten implicados en casos de violencia contra las mujeres, por mencionar algunos. El diálogo propositivo me parece el mayor acierto de la protesta.
Esta es una invitación a observar y encontrar posibilidades de aportar y participar en un cambio y transformación sustentables para todos, sin tomar una postura ni pretender educar a la gente de lo que está bien y esta mal. Nadie puede negar que la situación de las mujeres en México ha llegado a un extremo insostenible. Debemos construir, a partir de este contexto nuevas situaciones para expandir la conciencia de lo que es, en vez de poner en juego una dinámica de acción y reacción.
El conflicto, sea cual sea, es el resultado de la falta de habilidades para responder a la vida, para hacer algo desde uno mismo con la humanidad al frente, ante la clara evidencia del descontento social. Tanto hombres como mujeres debemos participar en este proceso de comprensión y colaboración por un mejor colectivo, evitando las expresiones de odio, sarcasmo, ironía, vandalismo y confrontación, pues nada constructivo surge de ellas. Ante la impotencia, muchas veces respondemos con violencia o bloques; ni una ni otra es la respuesta.
En este sentido es muy importante lo que ha hecho Amnistía Internacional a través de la campaña #JuntasHastaLaVida, “inspirada en la sororidad entre mujeres ante las altas cifras de feminicidios en el país, donde cada día son asesinadas diez mujeres”, según la nota de Infobae. También es importante recordar la visión de las propias mujeres que asistieron a la protesta: “Lo que no está apareciendo en los medios de comunicación es que muchas de esas mujeres violentas son las mismas que organizan talleres de autodefensa para mujeres, coloquios de mujeres escritoras, artistas y fotógrafas. Son quienes bajan a hombres masturbándose del metro, que encaran a quién acosa a una mujer en la calle. Ellas, las que ponen libros de feminismo en manos de niñas y adultas, las que monitorean a sus amigas, conocidas y extrañas de regreso a casa. Las que no olvidan los nombres de quienes no están presentes.
No hay que olvidar que estas expresiones son el fuego que encendieron las muertes de muchas mujeres, como Fátima, Lesvy, Mara, Valeria, Otilia y miles más, pues hace años que los nombres se acumulan en las listas del gobierno en turno. Quizá nuestro trabajo como individuos es aportar a que este fuego se convierta en una llama creadora, y no un incendio arrasador. No olvidemos que México se ha convertido en un país feminicida, y es responsabilidad de todos resolver este problema, ponerle punto final, y no olvidar a aquellas que ya no están.
¡Y SI! Injustificable el daño al patrimonio cultural de los capitalinos, Injustificable la muerte de miles de mujeres por todo tipo de abusos y actos de violencia, Injustificable la falta de espacios seguros para niños y niñas, Injustificable la falta oportunidades para los jóvenes, Injustificable el trato a los adultos mayores, Injustificable que crece la población delictiva, Injustificable que estemos en una crisis humanitaria expresada por tantas venas…Tanto que es injustificable, local y globalmente y a la vez, todo se reduce a que puedo yo hacer individual y colectivamente HOY AQUI Y AHORA; Entenderlo y asumir nuestra responsabilidad en toda integridad, ahora que se, que puedo hacer, como lo voy a hacer y así uno a uno, paso a paso sanar y re-construir un Mexico prospero y sustentable.
#reginatelocuentamejor