En las semanas recientes nos hemos enterado más de la relación de Meghan Markle y el príncipe Harry de Inglaterra de lo que realmente hubiéramos deseado saber.
El último “golpe” fue a través de esa entrevista que dieron a Oprah Winfrey (¿por cuántos millones?) en la que destapan la cloaca respecto a varios temas delicados de la Corona británica. No vale mucho la pena ahondar en este intercambio con la tan famosa conductora que fue demasiado extenso en proporción con su contenido.
Lee también: Todo lo que debes saber sobre la entrevista de Harry y Meghan con Oprah
Pareció un intento demasiado forzado por hacer quedar bien a la indefensa Meghan que no tenía, según ella misma afirma, ni la menor idea con quién se estaba metiendo.
Resulta difícil creer que en este momento y época exista persona alguna que no haya al menos escuchado, por decir lo menos, hablar de la familia real inglesa, sobre todo a partir de todo lo sucedido con la princesa Diana y el príncipe Carlos. Es todavía mucho menos creíble cuando tu prometido forma parte importante de esta historia.
Sin embargo, la actriz de “Suits” asegura que ella nunca googleó a Harry ni estaba enterada de todo los dramas y escándalos que vivió durante su infancia y juventud. ¿Es posible esto? Si hasta yo o cualquiera con un mínimo grado de curiosidad los conocemos.\
La entrevista con Oprah parece más una apología de Meghan Markle
que una sincera justificación para que la pareja abandonara la Corona, la familia y la vida que Harry había conocido desde niño. De hecho, en algunos momentos a él se le nota poco convencido, triste y sumiso ante la mujer que lo incita a confirmar que alguien de su familia lo había cuestionado sobre “el color de piel que tendrían sus hijos”.
No dudo que esto haya sucedido y que haya muchas fallas y demasiadas prácticas obsoletas que la Corona debería cambiar, sin embargo, no será gracias a las acusaciones de Meghan y, en consecuencia, de Harry que esto suceda.
Lo que considero que puede traer este choque entre Meghan y Harry y la Corona es que,
al final, el príncipe se canse de sentirse relegado por su esposa, que se dé cuenta de que ella está jugando la carta de “me trataron como a la princesa Diana, soy una víctima” y termine por querer volver a sus raíces y a su casa en Inglaterra.
Nadie debería ser obligado a abandonar su vida por el berrinche de quien debió haberse imaginado o supuesto al menos lo que podría esperarle. Como siempre, el tiempo lo decidirá.